Torremolinos Pride: Liberación y Amor Sin Disculpas
El Orgullo es rebelión, amor y liberación, un rechazo a la opresión y la avaricia. El mundo aún se resiste, por eso sigue siendo más importante que nunca.
Hungry Culture
6/17/20254 min leer


El problema no es el Orgullo. Es tu inseguridad.
Vamos a dejar algo claro:
Me importa un carajo con quién te acuestas, a quién amas, a quién besas, a quién le mandas mensajes de buenas noches o con quién lloras a moco tendido en la ducha. Y sinceramente, a nadie más debería importarle tampoco.
Pero hay gente obsesionada. Obsesionada con los genitales de desconocidos. Obsesionada con los pronombres como si fueran tema de vida o muerte. Obsesionada con “defender” una idea vaga de santidad mientras los políticos dejan que las corporaciones escriban las leyes y los millonarios queman el planeta por diversión y beneficio.
Pero sí, claro, alarmémonos porque dos hombres se dan la mano.
El orgullo nunca tuvo la intención de ser educado
La palabra Orgullo no se eligió porque suene tierna. Fue un corte de mangas bien plantado. Un grito desde los tejados después de siglos de que te manden desaparecer. Es más que purpurina y arcoíris (aunque eso siempre suma). Es sobrevivir (con lentejuelas) y no sentir vergüenza ni pedir disculpas por ello.
La palabra no salió flotando de una nube multicolor; se forjó en la lucha. En 1966, activistas en Los Ángeles crearon Personal Rights in Defense and Education (PRIDE), una respuesta a la brutalidad policial, un grito por la libertad sexual y un rechazo rotundo al silencio. Personas como Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera prendieron esa mecha. Se plantaron con lo que tuvieran a mano: tacones, botellas, puños desnudos y uñas de infarto.


“Orgullo” fue su grito de guerra. “Orgullo” fue existir sin disculpas. Sin esconderse. Sin rendirse. El dogma no decide qué es la felicidad. Los legisladores no son dueños de nuestras vidas. Seguimos siendo valientes, libres y ruidosos.
El Orgullo es supervivencia convertida en verbena callejera. Es resistencia bordada en lentejuelas, una peineta en alto a políticos y púlpitos, una patada a cada ley y liturgia que intenta silenciarnos.
Desafío Feliz: El arte de celebrar la libertad
Siempre fui aliada, no por obligación, sino porque nunca vi lo queer como raro. Crecí en los 70, cuando el punk hizo trizas el género y la new wave convirtió la androginia en magia. Ziggy Stardust no pedía permiso. Nadie debería tener que hacerlo.
¿Cada festival del Orgullo al que he ido? Un torbellino. Colores. Ritmo. Libertad sin freno. El alma humana con el volumen al 11. Y aun así, la felicidad molesta. Hay gente que reacciona ante un beso entre dos hombres como si estuvieran prendiendo fuego a cachorros.
Así que vamos al grano: esto no va de moral. Va de control. De vigilar cuerpos, identidades y expresiones. De encerrar a todos en la misma caja gris mientras el sistema te tritura el alma y lo llama “orden”. No se te permite brillar. No te dejan ser tan libre.
La hipocresía es la verdadera pandemia


Glorificamos la guerra y lo llamamos patriotismo. Permitimos la explotación y lo etiquetamos como capitalismo. Aplaudimos la obediencia y lo disfrazamos de profesionalismo. Pero ¿amar a alguien del mismo género? ¿Usar pronombres neutros? ¡Dios nos libre si alguien se identifica como delfín no binario pansexual semidiós! Eso sí que es el apocalipsis.
Explícame algo. ¿A quién está haciendo daño que alguien sea feliz en su propia piel? ¿Dónde está el crimen?
Y ni se te ocurra sacar el tema de “los niños” a menos que hables de acogida, pobreza o abuso. Hay más de 2 mil millones de niños en este planeta. Si tanto te importan, ocúpate de ellos. Y mientras tanto, haznos un favor y cállate un rato.
Reflexión final: Sé quien carajo quieras ser
Puedes identificarte como hipopótamo si eso te hace feliz. Si te da paz, si te da identidad, abrázalo. Pero nunca dejes que los miedos ajenos te hagan apagar el alma. No te apagues para que otros se sientan cómodos con su gris.
Necesitamos el Orgullo porque el mundo todavía no lo entiende. Y hasta que lo entienda, seguiremos apareciendo. Seguiremos bailando. Seguiremos brillando. Seguiremos amando a lo grande. Hasta que al odio no le quede ni una esquina donde esconderse.
Torremolinos dio inicio a la primera semana del Mes del Orgullo el 7 de junio. El evento rindió homenaje a los disturbios de Stonewall, un evento monumental en 1969 que marcó el comienzo del movimiento moderno por los derechos LGBTQIA+ y estableció a junio como el mes global de la resistencia y la celebración. En la Costa del Sol, las calles cobraron vida con carrozas llenas de reinas, osos y traseros desnudos. Purpurina y confeti llenaron el aire mientras los fiesteros bailaban al ritmo de la música reverberante.
Aunque las paradas y reuniones son vibrantes, no debemos olvidar que el Orgullo también es un momento para la reflexión, el activismo y para honrar la lucha continua por la igualdad.