L’Aplec del Caragol: El Festival Slow Food Más Salvaje del Mundo

Bienvenidos a L’Aplec del Caragol: la fiesta del caracol en Cataluña donde se mezclan comida, caos y 200.000 personas de juerga. Cultura, birra y caragols colisionan cada mayo en Lleida.

Hungry Culture

6/1/20254 min leer

A colorful scene featuring four snails on a vibrant, striped surface. The snails are depicted in var
A colorful scene featuring four snails on a vibrant, striped surface. The snails are depicted in var

Cada Mayo, más de 200.000 personas aterrizan en la ciudad catalana de Lleida para celebrar a lo grande… caracoles. Sí, caracoles: horneados, a la brasa, fritos, al vapor, guisados y hasta sorbidos. Es un evento gastronómico de interés nacional. Y sí, es tan delirante como suena.

Yo no como caracoles. Soy vegetariana. Pero eso no significa que no los admire. Son ingenieros del ecosistema, filósofos babosos y, como descubrí, hasta tienen implicaciones inesperadas para el futuro de la inteligencia artificial.

Así que bienvenidos al Aplec del Caragol: el único festival de comida donde terminé animando a la comida principal… para que huyera.

Breve historia del Aplec del Caragol (tamaño caracol)

Imagínate esto: año 1980 en Lleida, un grupo de vecinos piensa, “¿Y si montamos un picnic con caracoles, música y un poco de caos?” Cuarenta y pico años después, esa idea se ha convertido en una locura de tres días que celebra desde la identidad hasta la gastronomía. Sí, lo leíste bien: la fiesta de caracoles más grande del mundo.

Vamos por partes. Aplec significa “reunión” y Caragol es “caracol” en catalán. Júntalo y tienes una fiesta tradicional declarada de interés nacional. Es como si los catalanes miraran a los caracoles y dijeran: “¿Sabes qué? Estos bichitos se merecen un fiestón.”

¿Y por qué Lleida? Pues porque no es la típica postal de paella frente al mar. Lleida es interior, seca, con alma de monte. Aquí, cazar caracoles y cocinarlos al fuego roza el deporte extremo. Esta gente tiene talento para convertir lo simple en emblema nacional. ¿Quién más lograría que un caracol fuera el protagonista absoluto?

Así que si te van las tradiciones únicas, el humor seco y los festivales que se cuecen lento pero van con todo… El Aplec del Caragol es tu sitio. Confía en mí: o lo recordarás para siempre… o lo olvidarás en cuanto se te pase la resaca.

A vibrant festival booth at L’Aplec del Caragol featuring colorful decorations and confetti.
A vibrant festival booth at L’Aplec del Caragol featuring colorful decorations and confetti.

¿Qué pasa en el festival (además de hervir gasterópodos)?

El Aplec es una orgía de caracoles de tres días, donde según dicen se consumen 12 toneladas de bichos. Yo fui el sábado y ni uno pasó por mis labios. Llámame rebelde.

La entrada es gratuita, y cuando llegamos la cosa apenas comenzaba a calentarse. Las peñas —esos clubes sociales con acceso VIP— ya estaban a tope: fogones encendidos, mesas montadas, y una bacanal de moluscos en preparación. Mientras tanto, los críos habían convertido el recinto en una guerra acuática, armados hasta los dientes con pistolas de agua y dedos picajosos en el gatillo.

¿Las peñas? Son las estrellas del show. Decoran sus carpas como si fuera el fin del mundo, cocinan cantidades absurdas de comida y se lo montan como si no hubiera lunes. Intentar colarte sin invitación es como querer entrar a una logia secreta. Buena suerte con eso. Pero, entre nosotros, ¿quién necesita invitación con música, circo, birra a raudales y remojones espontáneos por doquier?

Vegetariana en un festival de caracoles: Guía de supervivencia

No como caracoles. Pero tampoco me estremezco si otros sí.

Lo primero: el Aplec no va solo de caracoles. Es una celebración de identidad catalana, comunidad y caos puro.

Piénsalo como una macroverbenita temática de caracoles. Aquí hay sitio para todos, incluso si no te comes ni uno.

¿Qué hice yo?

  • Observé todo el día: Vi a miles de personas sorber caracoles con alegría. Como un documental de la 2, pero con más cerveza.

  • Bebí mucha cerveza: Porque, en Lleida, se hace lo que se tiene que hacer. La birra fluye, y ayuda a olvidar que estás en un homenaje al molusco.

  • Vi el circo: Porque nada dice “fiesta” como payasos bailando en camiones y humanos haciendo de torres.

  • Entrevisté a miembros de peñas: Intenté averiguar cómo colarme en una (spoiler: difícil) y pillé alguna receta.

  • Compré merch de caracoles: Porque si no puedes contra ellos, únete. Más o menos. Ahora tengo una camiseta con un caracol y cero remordimientos.

Pensamiento final: ¡Larga vida al caracol!

Ahí lo tienes. L’Aplec del Caragol: donde los caracoles son los invitados de honor y los humanos… los intrusos de la fiesta. Una celebración que mezcla herencia cultural y desenfreno total.

¿Están los caracoles en peligro? Algunos, sí. Gracias a nuestra manía de arrasar con todo. En el Aplec se suelen usar especies de granja como Helix aspersa, pero no está de más recordar que celebrar un animal también implica protegerlo.

¿Quieres aportar? Apoya criaderos sostenibles. Infórmate sobre las especies locales. Hazte criador o simplemente háblales bonito a los caracoles. Se lo merecen.

Yo esquivé el bufé molusco, pero lo pasé de maravilla junto a nuestras estrellas con concha. Y quizá, en cierto modo retorcido, los honré más dejándolos vivir.

Así que brindemos por celebrar sin devorar. Por respetar la tradición sin dejar de cuestionarla. Y por el noble caracol: el icono inesperado de Cataluña.

Pasadme las olivas, guardad el escargot, y ¡que siga la fiesta!