Circo del Olé: Esquivando toros en España

Del balón prisionero a esquivar toros. Descubre la Fiesta del Santísimo Cristo de los Remedios en San Sebastián de los Reyes, donde los recortadores esquivan toros en un espectáculo sin sangre que mezcla circo, deporte y tradición española.

9/10/20254 min leer

Del Dodgeball a esquivar toros

Crecí en Estados Unidos en los 70 y 80 con un juego divertido llamado dodgeball (balón prisionero). Recuerdo perfectamente aquellos balones rojos de goma, con textura de gofre, lanzados directo a mi cara en nombre del “deporte escolar”.

Aquí en España tienen un juego parecido, solo que el “balón” tiene cuernos y pesa media tonelada. El objetivo es el mismo: que no te den. La diferencia: las acrobacias.

Fiestas de San Sebastián de los Reyes: donde los toros son protagonistas

Cada agosto, el barrio al lado del mío celebra sus fiestas en honor a su patrón, San Sebastián de Milán. Conocido como protector de atletas, arqueros y contra las plagas, se le rinde homenaje en San Sebastián de los Reyes con encierros y recortes. Casi veinte años en España y he conseguido esquivar toros por completo. Algunos lo llaman arte, yo lo llamo barbarie. Ver a un animal torturado no es mi idea de entretenimiento.

Este año conocí el concepto de los recortes y a sus estrellas acrobáticas: los recortadores. Me lo describieron como un “Circo del Olé”, acrobacias con cuernos. Y como creo que no se debe juzgar sin haberlo visto en persona, decidí comprobar si de verdad era algo respetuoso con el toro o solo otra forma de crueldad disfrazada de deporte.

La mayoría ha oído hablar de los Sanfermines en Pamplona. Pero pisándole los talones está San Sebastián de los Reyes (alias Sanse o la Pamplona Chica), donde la Fiesta del Santísimo Cristo de los Remedios se celebra desde 1525.

Un pueblo nacido de la rebelión (y de impuestos de mierda)

El pueblo de San Sebastián de los Reyes se fundó en 1492, cuando los vecinos de Alcobendas se hartaron de las mierdas de su señor feudal y montaron un nuevo pueblo bajo protección real. Como agradecimiento, añadieron “Reyes” al nombre.

Sanse pudo ser villa real, pero sus asuntos religiosos estaban bajo el control del todopoderoso Arzobispado de Toledo, que empezó a cobrar impuestos a los vecinos por divertirse en fiestas y encierros. El pueblo, otra vez cansado de la misma mierda, llevó sus quejas al emperador Carlos V.

Argumentaron que solo la Corona tenía derecho a cobrar impuestos. Carlos les dio la razón y en 1525 declaró que el dinero había sido recaudado de forma ilegal, obligando al Arzobispado a devolverlo. El mensaje fue claro: la Iglesia no mandaba.

Ese fallo fue un hito: reconoció oficialmente los encierros como parte de las fiestas de Sanse y los vinculó a la vida cívica al devolverles el dinero. Lo que era un pasatiempo local pasó a tener sello real. Y ese sello convirtió las carreras de toros de patio trasero en el número estrella de Sanse. Quinientos años después, los encierros siguen incendiando las mañanas del pueblo.

Recortes explicados: la alternativa sin sangre a la corrida

Los recortes son una de las formas más antiguas de espectáculos taurinos, y en las últimas décadas han resurgido como alternativa sin sangre a la corrida. La palabra recortes viene del verbo recortar. Recortar al toro significa cortarle el paso, y eso es exactamente lo que hacen los recortadores: se plantan delante de un toro que embiste y lo esquivan con un timing y una destreza brutales. Sus trucos tienen nombre: el recorte, un quiebro rápido delante de la cara del toro; el quiebro, un giro de cadera para salir de lado; y el susto, la jugada fallida que nadie quiere ver. Luego vienen los saltos aéreos: salto del ángel, tirabuzón, y mortal. Cada uno un órdago en el aire. El resultado: una mezcla de peligro, gimnasia y teatro. El público recibe la adrenalina, el toro se queda con la vida. El evento es parte circo, parte deporte extremo.

Veredicto final sobre los recortes: respeto por la técnica, dudas sobre el espectáculo

Salí con sentimientos encontrados. No fue el horror de la corrida, pero la diversión venía mezclada con culpa hacia el animal.

Los recortadores salieron pavoneándose como un equipo infantil de ligas menores, con uniformes, niños y todo. Se persignaron en la arena, luego se apartaron cuando los toros irrumpieron. Lo que siguió fue mitad circo, mitad espectáculo suicida, con quiebros, giros y saltos sobre cuernos lo bastante afilados como para ensartarlos. Los toros eran impresionantes, a la vez juguetones y cabreados, pero todos acabaron reventados. Jadeando, con el cuerpo hundido, y uno que directamente se negó a salir hasta que entraron vacas enormes a escoltarlo. Cuando bajó el polvo, los recortadores se arrodillaron para saludar a los mismos animales a los que acababan de torear sin capa durante veinte minutos.

La técnica es real, el peligro innegable. Pero con una vez basta. Me alegro de haberlo visto, y más aún de no volver a verlo.

Toros, volteretas y decisiones de vida cuestionables. Mira a Sanse en acción en nuestro canal de YouTube y dinos en quién apostarías para sobrevivir.